El servicio expositivo: mucho más que “decorar” un espacio

Servicio Expositivo: Qué Es, Cuánto Vale y Por Qué Es Clave Reconocerlo

Marina Cisneros

Hoy quiero compartir una experiencia personal que invita a la reflexión sobre el llamado “servicio expositivo”. Hace unos días, el dueño de un bar que frecuento me propuso “vestir su bar con mi obra”, es decir, colgar mis cuadros para decorar el local, a cambio de permitirme poner un cartel con mis datos y el precio de las obras. En otras palabras, me ofrecía exposición (visibilidad ante sus clientes) a cambio de que yo le cediera mis cuadros gratuitamente para ambientar su negocio. Mi respuesta fue explicarle que eso es en realidad un servicio que ofrecemos los artistas, un servicio de exposición, y que no funciona como un canje sin más. ¿Por qué? Porque su bar no es una galería de arte: no tiene una cartera de clientes coleccionistas, no asume seguros por si algo le pasara a las obras, ni puede garantizar que se venda siquiera una pintura. En consecuencia, le propuse un honorario de $200.000 mensuales por el servicio expositivo, un alquiler por “vestir” su espacio con mi arte. Inmediatamente el dueño del bar rechazó la oferta. Estas propuestas, me llegan al menos dos veces al año.

Esta situación evidencia un problema habitual para el ecosistema artístico: la falta de valoración económica de la labor del artista en espacios no convencionales. Somos muchos quienes nos enfrentamos a propuestas similares, ya sea en bares, restaurantes u otros comercios que buscan decoración “gratis” a cambio de la famosa “paga en exposición o posibilidad de venta”. En esta nota voy a analizar por qué exhibir tu obra es un trabajo que merece retribución, cómo calcular un valor justo por este servicio, qué condiciones mínimas exigir al exhibir en un local, y brindaré sugerencias pedagógicas tanto para colegas artistas como para la comunidad en general. La urgencia aquí es educativa: necesitamos generar conciencia sobre el valor del arte y el respeto al trabajo creativo. E invito a no generar un enojo para con los comerciantes, ya que entiendo que la falta de conocimiento en estos casos, viene de ambos lados.

¿Qué entendemos por servicio expositivo?

Llamamos servicio expositivo a la prestación profesional que realiza un artista visual al facilitar su obra para ser exhibida en un espacio que no le pertenece, con el fin de aportar valor estético, simbólico o cultural al lugar. Tradicionalmente, cuando exponemos en una galería de arte comercial, la galería no le cobra al artista por colgar sus obras; al contrario, suele invertir en la exhibición (montaje, inauguración, difusión) y gana dinero mediante una comisión sobre las ventas de las obras (por lo común entre 30% y 50% del precio de venta) (1). Es decir, la galería asume trabajo y costos para generar un beneficio mutuo: vende la obra al público adecuado, el artista cobra su parte y la galería gana su comisión. En ningún caso una galería seria debe cobrarle alquiler al artista por el espacio de exhibición, según códigos de buenas prácticas como los de la Unión de Artistas Visuales en España (2), o como lo advirtió Meridiano, la cámara de galerías argentinas en su newsletter de abril 2025 (8).

Sin embargo, el escenario es muy distinto cuando hablamos de espacios alternativos o comerciales no artísticos, por ejemplo, cafeterías, bares, restaurantes, hoteles, tiendas, oficinas, que ofrecen sus paredes para colgar arte. En estos casos, ¿Quién está prestando un servicio a quién? A primera vista, podría parecer que el propietario del local le hace un favor al artista al “darle un espacio para mostrarse”. Esta idea de que el artista recibe promoción a cambio de proporcionar contenido visual viene de viejas prácticas y hace mucho que perdió vigencia. Antes se asumía que exponer sin cobrar era normal porque la “visibilidad” obtenida era la compensación. Pero cada vez más, la comunidad artística entiende que eso es una falacia: la exposición por sí sola no valora las horas de trabajo invertido. De hecho, sigue habiendo quienes rechazan pagar honorarios de exposición con ese argumento anticuado (“te estamos dando difusión, ¿qué más querés?”). De hecho, esto es algo que escucho repetitivamente entre agentes que me contratan como gestora y productora cultural para llevar adelante sus proyectos, generalmente desarrollados desde sus oficinas de marketing. Esta mentalidad de “te compenso con visibilidad” debe revisarse, tanto en instituciones culturales como en negocios privados.

Entonces, en un servicio expositivo, es el artista quien está brindando un beneficio al espacio al ceder sus obras para embellecerlo y atraer al público. Pensemos en el caso del bar: al colgar mis cuadros en sus paredes, el bar obtiene una decoración única, un ambiente con identidad, incluso puede publicitar que apoya a artistas locales. Un artículo promocional dirigido a dueños de restaurantes lo expresa claramente: “incorporar arte en tu local aporta un toque personal y te permite renovar la decoración mediante exposiciones temporales, convirtiéndote así en una especie de mecenas” (3). En otras palabras, el local se beneficia de lucir obras originales (en vez de láminas genéricas) y proyecta una imagen cultural. Pero, ¿qué implica realmente ser “mecenas”? Un mecenas, en el sentido histórico, apoya económicamente a los artistas. No basta con “dar la pared”; si de verdad un comerciante quiere presentarse como promotor de la cultura local, debería estar dispuesto a remunerar ese aporte artístico o al menos cumplir ciertas condiciones profesionales.

Por qué exponer no es un canje justo (el mito de la paga en “visibilidad”)

El dueño de este bar asumió que ofrecerme un rincón para mis cuadros, con un cartelito de mis datos, era un trato equitativo, un canje: yo decoro gratis su espacio y a cambio él me da “exposición” u posibilidad de venta ante sus clientes. Analicemos por qué esa propuesta no es justa ni beneficiosa para el artista en la mayoría de los casos:

  • Clientes no son coleccionistas: Un bar o restaurante no es una galería de arte. Su clientela va a comer, beber, socializar, no específicamente a comprar arte. Es posible que algún cliente admire una obra y la compre, pero es improbable que las ventas sean significativas. El local no cuenta con una cartera de coleccionistas o compradores de arte, ni realiza labor comercial activa para colocar las obras en manos de compradores serios. En cambio, una galería profesional sí tiene público objetivo y se esfuerza en vender (porque gana comisión). Si la probabilidad de venta en el bar es baja, la “paga en exposición” es muy tenue: básicamente publicidad dudosa.

  • Riesgo de daños y falta de seguro: Y acá hablo por experiencia propia. Exponer en un espacio ajeno implica riesgos físicos para la obra. En un bar, los cuadros estarán expuestos a eventos vinculados a cocina, cambios de temperatura, o accidentes (derrame de bebidas, golpes fortuitos, o posibles vandalismos). ¿Qué pasa si una obra sufre daños o es robada? En galerías e instituciones serias, suele haber seguros que cubren las obras durante la exhibición y contratos que establecen responsabilidades. Un bar comúnmente no ofrece seguro ni garantías; si algo le pasa a tu obra, probablemente el propietario diga “lo siento mucho” y nada más (como ya me sucedió). Estás poniendo en juego tu patrimonio (tus cuadros, resultado de tu trabajo y materiales) sin ninguna protección.

  • Nula garantía de venta o recuperación: Además de no haber garantía de venta, el bar no asume compromiso de cuidar o devolver la obra en las mismas condiciones. Tampoco suele haber contrato formal. En el peor caso, he sabido de artistas que dejaron obras en algún café y luego tuvieron dificultades para recuperarlas, o las recuperaron deterioradas. Cuando no medía pago ni contrato, reclamar es complicado. Todo queda en la buena fe… que muchas veces escasea. Tampoco se ofrece de parte del comerciante un compromiso por una cantidad mínima de ventas.

  • El falso encanto de la “visibilidad”: Es cierto que cualquier exposición pública te da visibilidad, pero debemos preguntarnos ¿visibilidad ante quién y con qué resultado?. Muchos de nosotros aprendimos por experiencia que la visibilidad difusa no paga las facturas. Que cien personas vean tu cuadro mientras comen un sandwich no equivale a conseguir cien compradores, ni siquiera uno. Muchas veces, esas exhibiciones informales terminan en cero ventas y ningún contacto útil. Claro que hay excepciones, quizás un cliente casual termina encargando algo, pero confiar en la suerte no es base sólida para nuestro sustento. La promoción tiene valor sólo si está enfocada y acompañada de oportunidades reales, de lo contrario es un espejismo. Por eso, hoy en día cada vez más artistas y organizaciones insisten en que la participación en exposiciones debe ser remunerada. La lógica es simple: si tu obra aporta valor a un espacio (cultural o comercial), mereces un pago por proveer ese contenido. Como bien argumenta un texto del colectivo ANTIMUSEO, todos en la cadena cultural cobran por su trabajo (curadores, montajistas, gestores) menos el artista, y eso debe cambiar (4). Nuestro trabajo creativo es la base que da sentido al evento o al decorado, ¿por qué sería lo único gratuito?

En resumen, la propuesta de exponer gratis en un bar implica que el artista asume todos los costos y riesgos, y el local obtiene un beneficio estético y de ambiente sin invertir nada. No hay una reciprocidad real. Por eso afirmo que no es un canje aceptable. Si el dueño del espacio quiere arte en sus muros, debe reconocer que está solicitando un servicio profesional, así como paga por la música ambiental, la limpieza o la decoración floral. Pretender que el artista “se conforme con la difusión” es perpetuar una idea obsoleta y desigual (5).

La propuesta de cobrar un honorario: ¿Cómo calcular un valor justo?

Cuando sugerí $200.000 mensuales por llevar mis obras al bar, pude ver en su gestualidad corporal que le parecía una locura, de hecho, rechazó la idea inmediatamente. Es entendible que a alguien ajeno al arte esa cifra le resulte chocante (aunque para mi cuenta, son 3 cenas para 2 personas en ese mismo bar, al que voy siempre). Pero voy a desglosar desde mi subjetividad y experiencia personal ese número y, también en términos generales, cómo un artista puede calcular un precio razonable por un servicio expositivo similar.

Primero, es importante aclarar que no existe un tarifario universal para esto, (y pienso que no debería existir, pero es para otra charla) pero sí referencias que nos orientan. Por ejemplo, en 2020 una asociación de artes visuales de Argentina publicó un tarifario recomendado para honorarios de artistas en exhibiciones. Según ese documento, un artista emergente cobrando derecho de exhibición por una muestra individual en una institución de gran envergadura debería recibir alrededor de $40.000 (pesos de 2020) por la exhibición (6). Artistas de mayor trayectoria podían recibir más (aprox. $97.500 en el mismo contexto). Estos montos se pensaron para museos, centros culturales u otros espacios que sí ofrecen visibilidad de calidad y prestigio. Para espacios más pequeños o independientes, sugerían honorarios menores – incluso hasta un 70% menos en casos de galerías autogestionada (7).

Si uno actualiza esas cifras a la realidad inflacionaria actual (2025) en Argentina, esos $40.000 de 2020 podrían equivaler fácilmente a más de $200.000 hoy. ¡Así que mi propuesta no era una locura! Pero más allá de la cifra puntual, veamos qué factores considerar para calcular un honorario expositivo:

  • Duración de la exhibición: No es lo mismo prestar tus obras por una semana que por tres meses. Un criterio podría ser cobrar por mes de exhibición. Pensemos que durante ese tiempo la obra está “ocupada” en ese lugar y no puede estar en otro sitio vendiéndose. También vos vas a estar pendiente hasta que vuelva a tus manos. Cobrar mensual refleja ese uso prolongado de tu obra.

  • Cantidad y tamaño de obras: ¿Cuántas piezas te piden y de qué dimensiones/valor? Si vas a montar 2 ó 3 cuadros pequeños, quizá el precio sea menor; pero si vas a “vestir” todo un local con 10 obras grandes, el aporte es mayor. Podeés calcular un alquiler por obra. Por ejemplo: algunas empresas de alquiler de arte suelen cobrar mensualmente un porcentaje del valor de mercado de la pieza (por decir, un 5% del precio de venta estimado, por mes). Así, si una pintura vale $100.000, su alquiler mensual podría rondar $5.000. Sumando todas las piezas, más o menos tendrás una base. (Este porcentaje es orientativo; cada artista puede ajustarlo según le parezca).

  • Prestigio y concurrencia del lugar: ¿Qué tan beneficiosa es la exposición en ese lugar? Si (milagrosamente) el bar en cuestión resulta ser un punto de encuentro de coleccionistas adinerados o un café cultural famoso por vender obra, tal vez podrías ajustar el honorario a un monto mínimo o incluso exponer gratis a cambio de una buena comisión por venta, porque hay una probabilidad real de negocio. Pero la mayoría (por no decir todas) de las veces no es así. Acá tenemos que evaluar con honestidad si la visibilidad merece un descuento. En mi caso, este bar es popular como restaurante, no como galería. Su afluencia no garantiza nada en términos de arte, por lo cual cobrar un pleno honorario estaba justificado.

  • Gastos y trabajo involucrado: No olvidemos que montar una exposición conlleva trabajo y gastos para el artista: embalaje de las obras, transporte hasta el local, tiempo de instalación, luego desmontar, quizás retocar marcos o limpiar vidrio que se ensucie, etc. Todo ese tiempo de trabajo debe reflejarse en el precio. Un método es calcular cuántas horas te llevará toda la gestión y multiplicarlo por una tarifa horaria de tu trabajo (que es como debería cobrarse casi todo tu trabajo). Por ejemplo, si estimas 10 horas invertidas (entre traslados y montaje) y tu hora de trabajo la valoras en $X, entonces anadís $10*X al presupuesto.

  • Riesgo y seguro: Si el local no ofrece un seguro, tenés que considerar eso en el costo. Podrías sumar un “extra de riesgo” para cubrir potenciales daños. Incluso, podrías contemplar un depósito reembolsable: el dueño deja una suma como garantía que le vas a devolver si las obras regresan intactas (como el depósito, al momento de alquilar un inmueble). No todos accederán a eso, pero mencionarlo indica la importancia del cuidado de la obra. Siempre es prudente incluir en el precio un margen por riesgo. ¿Qué pérdida sufriría si una de estas obras se daña irremediablemente? Quizá no se pueda recuperar con dinero, pero al menos no trabajaste gratis encima de perder la pieza.

Con estos factores, ya se puede pensar un número. Generalmente, conviene preparar dos o tres opciones de propuesta:

  1. Opción A: Honorario fijo (sin importar ventas) – ej: $200.000 al mes por exhibir hasta 10 obras, el local no toca comisión de lo que se venda.

  2. Opción B: Comisión por ventas en lugar de fijo – ej: no te cobro nada por exponer si me garantizas que, si se vende alguna obra a tu clientela, vos como intermediario te llevas, digamos, 20% y el 80% es para mí. Esta segunda opción solo sería razonable si confías en que el dueño realmente promueve las ventas (lo cual en un bar es dudoso, pero podría darse si él tiene interés y experiencia en actuar de “galerista”).

También podrías combinar: un honorario simbólico más una pequeña comisión. Lo importante es que no sea todo ventajoso para el local y nada para Vos hasta que ocurra una improbable venta. Debe haber un equilibrio, y los beneficios tienen que ser reales y justos para todas las partes.

En mi caso, opté por pedir directamente un pago mensual fijo, porque intuía que ventas no iba a haber y prefería asegurar un ingreso. Además, con un pago fijo el bar asume seriedad: le duele más en el bolsillo y por ende cuidará más las obras y valorará el proyecto. O al menos eso es lo que pienso.

Condiciones mínimas para exponer en espacios no tradicionales

Sunpongamos que, más allá de todo, estás considerando colgar tus obras en un bar, un café o algún negocio que no es un espacio artístico como tal (puede que te paguen o incluso lo hagas gratis porque te cierra la oportunidad). En cualquiera de los casos, no te olvides de dejar todo claro y por escrito. Acá van algunos puntos clave que conviene tener en cuenta:

  • Contrato o acuerdo escrito. No hace falta que sea un contrato de 15 páginas con firma certificada, pero al menos un papel firmado por las dos partes donde diga qué obras vas a exponer, por cuánto tiempo, en qué estado se entregan y cómo te las tienen que devolver. También tiene que quedar claro quién se hace cargo si se rompe o se pierde algo, y qué pasa si se vende una obra: cómo se hace la venta y cómo se reparte la plata. Ese papel, aunque sea simple, evita malos entendidos y le deja claro al dueño del lugar que esto lo estás haciendo en serio. (¡Evitemos hacer tratos por audios de whatsapp!)

  • Seguro o responsabilidad por daños. Lo ideal sería que el lugar tenga un seguro que cubra las obras durante la muestra (algunas pólizas comerciales cubren cosas ajenas dentro del local). Si no hay seguro, podrías pedir que el local firme una cláusula donde se compromete a hacerse cargo si por algún descuido o accidente se arruina algo. Capaz te dicen que no, pero nombrarlo en la charla ya sirve como advertencia. Si nadie se hace cargo, fijate si podés vos mismo asegurar tus obras por el tiempo que dure la expo. Ese gasto también lo podés sumar al precio que les cobrás por mostrar la obra.

  • Duración y posibilidad de prórroga. Definí bien desde el principio cuánto tiempo van a estar colgadas las obras. ¿Un mes? ¿Dos? Es mejor poner un plazo fijo, y si después se quiere extender, se renegocia. También podés ajustar el valor si pasa mucho tiempo o hay inflación. En exhibiciones más formales incluso se incluye una cláusula así: si la muestra se extiende más de lo acordado, se paga un extra.

  • Montaje y visibilidad adecuada. Pedí estar ahí para montar vos las obras o al menos supervisar. Que no las cuelguen de cualquier manera. Dejá claro qué obras van, cómo tienen que estar puestas (a qué altura, con qué luz), y que se mantengan lejos de lugares con riesgo: cocinas, mesas, zonas donde se las pueda tocar, o empujar sin querer. También es fundamental que haya cartelería visible: una ficha al lado de cada obra con los datos requeridos, o al menos un cartel más general en algún lugar visible. Si el trato era que podías poner un cartel con tu info, asegurate de que no lo tapen con otros elementos. Parece obvio, pero pasa. La visibilidad tiene que ser real, no simbólica.

  • Promoción conjunta. Pediles que compartan la muestra en sus redes, en su web o que hagan algún flyer. Esto suma para los dos lados: vos tenés más llegada y ellos pueden mostrar que apoyan el arte. Incluso pueden hacer una especie de inauguración (aunque sea una tarde para que vayas y hables con quienes estén). Si el dueño del lugar piensa que tu obra es solo decoración, quizás no se cope, pero si ve que puede generar movimiento, tal vez se entusiasma. En cualquier caso, conviene dejarlo charlado: ¿se hace inauguración? ¿Se difunde la muestra?

  • Comisión por ventas, método de venta. Dejá bien en claro cómo se maneja si alguien quiere comprar una obra. Algunas opciones: 1. Que la persona interesada te contacte directamente a vos (por eso el cartel con tus datos) y vos manejás todo. El local no interviene ni cobra. 2. O que el local actúe como intermediario (ponele que el cliente paga en la caja del bar y después el bar te transfiere a vos). Si es así, ¿el bar se queda con una comisión? ¿Cuánto? Esto hay que dejarlo bien claro antes. En muchas cafeterías que exhiben, no cobran comisión y solo facilitan el contacto, lo cual está buenísimo. Pero otras veces te pueden querer cobrar un 10% o un 20%. Lo importante es que todo esté charlado de antemano, para que después no te enteres de que vendiste un cuadro y el bar se quedó con la mitad.

  • Mecánica de devolución. ¿Quién baja las obras? ¿Cuándo? ¿Cómo te las devuelven? Un ejemplo de cláusula puede ser: “El artista retirará sus obras dentro de los 5 días posteriores al fin de la exhibición, y el local se compromete a mantenerlas colgadas hasta esa fecha”. Así te evitás que te las bajen antes o que las dejen abandonadas semanas. Si hay un pago de por medio, podés agregar algo como: “Después del desmontaje y chequeo del estado de las obras, el artista emite recibo y el local paga cualquier saldo pendiente”, o algo en ese estilo. (¿facturás? esto es indispensable si queres cobrar por tus servicios artísticos culturales)

Sé que todo esto puede sonar medio burocrático ( o te da paja, como responden mucho a mis notas) para algo tan simple como colgar unos cuadros en un bar, pero ahí está el punto: justamente por eso hay que profesionalizar estas exhibiciones más informales. Si empezamos a tratarlas con seriedad y explicamos estas cosas a los dueños de los espacios, de a poco se van armando mejores prácticas. El que de verdad valora tener arte en su local, va a entender estas condiciones como algo razonable. Y el que solo buscaba aprovecharse sin poner un peso, probablemente te diga que no. Y en ese caso, mejor que lo digan de entrada. Lo mismo al revés, quien realmente, como artista valores su trabajo, pondrá esfuerzo en cuidarlo, y quien no, se quedará en su estado de paja.

Sugerencias finales para colegas artistas (y un llamado a la comunidad)

  • Valorá tu trabajo desde el minuto cero. Cuando una está empezando, es tentador aceptar cualquier lugar para mostrar obra “por amor al arte”. Y está bien querer moverse, sumar experiencia, visibilidad. Pero incluso en tus primeras muestras, tratá de cubrir los costos como mínimo. Si el café no puede pagarte, pedile algo a cambio: consumo gratuito, que te cubran el enmarcado, o que te presten el espacio para un taller o charla donde vos puedas generar ingresos. No te vayas con las manos vacías. Porque si vos no valorás tu trabajo, nadie más lo va a hacer por vos.

  • Negociá con confianza, pero con tacto. Muchos dueños de locales ni se plantearon que deberían pagar por colgar arte. Capaz piensan “yo ya te estoy haciendo el favor de darte la pared”. Entonces, hay que cambiar esa lógica, pero sin ir a los bifes de una. Cuando hables del tema, explicales con claridad lo que implica para vos exponer ahí: el valor de la obra, los riesgos que asumís, en qué se diferencia esto de exponer en una galería, etc. Si ves que hay apertura, podés ofrecer distintas formas de acuerdo: honorario fijo, comisión por venta, o una combinación.
    Ahora, si directamente te responden con frases tipo “ni loco pago por esto, hay un montón de artistas que me traen cuadros gratis”, bueno... te toca decidir si vale la pena seguir con esa propuesta. Porque por más que te encante ver tu obra colgada, si te expone a que te boludeen o te genera pérdida, capaz la mejor decisión sea decir que no. Y sin enojarse, no pasa nada. Besito y chau chau.

  • Hacé red con otros artistas. Solas es más difícil. Pero si compartimos info entre colegas, todo cambia. Muchas prácticas injustas (como galerías que cobran por exponer o locales que quieren arte gratis) siguen existiendo porque siempre hay alguien que acepta. Cuando nos plantamos colaborativamente, entre pares, las cosas empiezan a cambiar. Contale a tus colegas si una experiencia fue buena o mala, recomendá espacios que valoran el trabajo.

  • Eduquemos también al público. No es solo cuestión de hablar con los espacios o entre artistas. La gente que va a esos lugares también tiene que saber lo que está viendo.
    Tenemos que comunicar que lo que está colgado es obra original, que tiene autor y valor. Por eso es importante que haya carteles claros, que el público sepa que puede contactar al artista, y que haya una mínima info para entender qué se está viendo. Si podés, contalo vos en redes, o escribí algo en tu blog. Explicá por qué cobrás por exponer. No es queja: es pedagogía.

La historia del bar que no quiso pagar $200.000 por colgar mis obras no es una anécdota aislada. Es el reflejo de una lógica que subestima el valor del arte en la vida cotidiana. No se trata solo de plata, se trata de respeto. Un músico no toca gratis todas las noches en un bar solo por visibilidad. Un diseñador no decora un restaurante sin cobrar porque “alguien puede ver su trabajo”. Entonces, ¿por qué el arte visual tendría que regalarse?.

Tenemos que dejar de pensar que hacer lo que amamos nos impide cobrar por eso. Como me dijo un colega una vez: “exponer está buenísimo, pero el banco no acepta ‘visibilidad’ para pagar la luz”.

En este texto traté de juntar argumentos y herramientas para que podamos empezar a decir “esto es un servicio, y tiene valor”. No es para pelearse con nadie, sino para empezar a ponerle palabras a lo que hacemos. Ojalá haya más bares, cafés, hoteles y espacios con arte en las paredes. Pero que no sea solo decoración linda para el fondo de una story, sino una muestra real de que hay interés en acompañar y sostener la producción artística. Por cierto, sigo yendo al mismo bar con la misma actitud de siempre, y esa charla con el dueño terminó en un desacuerdo, pero con mucho respeto.

Termino enfatizando la palabra clave: educación. Artistas educando a clientes y gestores sobre el valor de nuestro trabajo, y educándonos a nosotros mismos para saber decir que nuestro arte vale. Solo mediante la comprensión mutua dejaremos de ver propuestas unilaterales disfrazadas de favor. Que la próxima vez que alguien te diga “te ofrezco exposición a cambio de tu arte”, puedas sonreír y responder con seguridad: “Gracias, pero no trabajo de esa manera, charlemos sobre las condiciones”. Así, paso a paso, construiremos un entorno donde el arte se aprecie no solo emocional o estéticamente, sino también en su justo valor profesional.

¡Gracias por leer!

Marina Cisneros
Artista visual y gestora cultural

REFERENCIAS

(1) (2) (4) (5). ¿Pagar por exponer?, Noviembre 2016. El arte desde Adentro. https://elartedesdeadentro.wordpress.com/2016/11/17/pagar-por-exponer/

(3). Decoración con cuadros: el arte como valor. SillasMesas.es, 2019. https://www.sillasmesas.es/blog/decoracion-hostelera/decoracion-con-cuadros/

(6) (7). Tarifario de Artes Visuales 2020. Hipermédula. https://hipermedula.org/2021/04/tarifario-de-artes-visuales-2020

(8). Lineamientos para formar parte de la Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo. Abril 2025. https://www.somosmeridiano.com.ar/noticias-recientes/lineamientos-para-formar-parte-de-meridiano